abril 24, 2024

Lo que dijo (y no dijo) Rodrik

“Nuestros sectores exportadores tienen mayor capacidad de generación de empleo de la que Rodrik tiene en mente”.

Algunos economistas locales han empezado a preocuparse por la alta probabilidad de que nuestro mediocre crecimiento no alcance para cerrar la brecha con los países desarrollados. Aunque tardía (hace ya varios años era evidente que nuestro proceso de crecimiento no tenía la semilla del desarrollo), esa conclusión es correcta.

Por ello, es fundamental discutir honestamente las ideas que dejó el profesor Dani Rodrik, el especialista en desarrollo económico más influyente del mundo, cuando nos visitó hace unas semanas.

No hemos entendido cabalmente su poco optimismo sobre nuestro futuro. Rodrik indicó que la industrialización, camino que siguieron todos los países desarrollados, no es una opción para nosotros, por factores seculares. Mundialmente está ocurriendo una desindustrialización prematura: el porcentaje de trabajadores manufactureros decrece. No es que la manufactura no pueda crecer, pero no es la generadora de empleo masivo que la hizo históricamente la “escalera mecánica” hacia el desarrollo. Según él, sectores como la minería y la agroexportación no generan empleo suficiente para compensar el rol acotado de la manufactura, por lo que debemos concentrarnos en sectores no transables y de servicios.

Su recomendación tiene implícita una perspectiva pesimista. Ninguna economía basó su desarrollo en el sector servicios, pues, en ellos, aumentos significativos de productividad no vienen acompañados de mayor empleo. Su crecimiento está limitado por la demanda doméstica. (Otra cosa es que, alcanzados altos niveles de desarrollo, los países se especialicen en servicios altamente productivos).

Sin embargo, nuestros sectores exportadores tienen mayor capacidad de generación de empleo de la que Rodrik tiene en mente. Por ejemplo, una característica de nuestra agroexportación es ser intensiva en mano de obra. Es muy distinta a la altamente automatizada agroindustria de Brasil y Argentina. Otros sectores de alta productividad y generación de empleo son la acuicultura y la industria forestal. En el primero, estamos logrando la productividad más alta del mundo en pozas intensivas de langostinos. Pero en cifras agregadas aún estamos rezagados: Ecuador exporta US$2.500 millones en langostinos; nosotros, US$170 millones. Podemos alcanzarlo y sobrepasarlo. Mientras tanto, en el sector forestal, solo en la selva, hay 4 millones de hectáreas disponibles para plantaciones y entre 10 y 12 millones de hectáreas para concesionar. Ningún país en el mundo tiene mejores condiciones naturales para el desarrollo de la industria forestal. Además, tenemos el turismo, el cual, si bien no es transable, produce dólares y tiene un gran potencial de generación de empleo. Hoy recibimos menos visitantes que Chile, Panamá o Costa Rica, a pesar de nuestros diversos atractivos.

La combinación de exportaciones agrícolas, forestales y acuícolas altamente tecnificadas puede llegar a US$30.000 millones y generar 1,5 millones de nuevos empleos. Si se añade el empleo indirecto más los dependientes familiares, se pueden beneficiar varios millones de personas. Incluido el sector turismo, serían millones más. Además, se crea un capital humano que puede generar crecimiento en muchas e insospechadas áreas.

¿Cómo hacerlo realidad? Naturalmente, se necesitan políticas transversales para fortalecer los pilares de productividad (capital humano, innovación, infraestructura e institucionalidad). Pero no es fácil ni inmediato: estamos sujetos a restricciones de todo tipo que limitan los avances. Además, los problemas son a menudo específicos a los sectores.

Por ello, según Rodrik, se necesitan también políticas de diversificación productiva sectoriales, mediante un proceso de colaboración público-privada para identificar y remover los obstáculos específicos a un sector. Utilizó como ejemplo las mesas ejecutivas del gobierno anterior (reciente y parcialmente rescatadas por el MEF), pero resaltó que deben ser prioridad del Gobierno, no de un ministerio.

En ese contexto, llama la atención la esquizofrenia de aquellos que celebran el ‘boom’ agroexportador, pero guardan reservas con respecto a las políticas de diversificación productiva. En realidad, el ‘boom’ agroexportador es el mejor ejemplo de lo importantes que son esas políticas sectoriales. No fue diversificación espontánea, como algún distraído sugirió. Fue el resultado de políticas públicas explícitas: la ley de promoción agraria, el fortalecimiento del Servicio Nacional de Sanidad Agraria (Senasa) y la firma de todos los protocolos fitosanitarios, producto por producto, país por país. ¿Alguien alguna vez indicó que los grandes y millonarios proyectos de irrigación impulsados y financiados por el Estado y que soportan este ‘boom’ implicaron “salirse del modelo”? ¿Hubo acusaciones de escoger ganadores?

El país está entrampado en varias dimensiones. Como dijo Rodrik en una entrevista a este Diario, debemos dejarnos de discusiones estériles como Estado/mercado, intervencionismo/libre mercado. Rodrik también nos ha recordado que el Perú ya invirtió más de un cuarto de siglo en alejarse de estrategias intervencionistas. Que ya es momento de usar parte de esa credibilidad en hacer políticas públicas distintas, más inteligentes, más pragmáticas, menos ideológicas. No hay razón para pensar que solo lo podemos hacer una vez y con un solo sector.