septiembre 21, 2024

El futuro de las Mesas Ejecutivas en juego

Imagen: Diario Gestión.

Autor: Piero Ghezzi

El ministro de Economía, José Arista, ha iniciado un controversial proceso que podría desmantelar las Mesas Ejecutivas[1] (ME), una herramienta transparente y efectiva de articulación público-privada que ha funcionado con notable éxito en el MEF durante casi siete años y es reconocida tanto en el Perú como internacionalmente.

Este despropósito comenzó en abril cuando, mostrando su claro desinterés y desconocimiento sobre el desarrollo productivo, Arista intentó trasladar las ME del MEF a Produce. Ante ello, los gremios empresariales (nacionales y regionales) y los gobiernos regionales enviaron pronunciamientos enfatizando que estas deben depender de la cartera de Economía.

La presidenta Boluarte ordenó mantenerlas en el MEF, pero el ministro acató la orden a medias. Aunque nominalmente siguió las indicaciones, desarticuló el equipo técnico que las dirigía, perdiéndose así el conocimiento acumulado en estos años. Además, está deformando la metodología probada de las ME y volviéndolas similares a los grupos/mesas de trabajo y comisiones multisectoriales del Estado que nunca han funcionado.

Las ME fueron creadas para ser lo opuesto a esos grupos de trabajo tradicionales. En ellos, los participantes del sector público son los representantes designados formalmente por las entidades. En las ME, son los que mejor conocen los problemas y los competentes en la toma de decisiones. En los primeros, nadie se encarga de la ejecución diaria. En las ME, un Equipo Dedicado coordina y asegura un progreso continuo. En los primeros, hay actas de sesión y votaciones. En las ME no se vota, dado que su objetivo es hacer lo correcto, no lo que decida la mayoría. En los primeros, el sector privado es solo un invitado. En las ME, los privados participan activamente en el proceso de cocreación de soluciones.

Esto último es esencial. Las ME no consisten en “reunionitis” ni en tomarse fotos. Son una metodología diseñada para solucionar problemas que afectan la productividad y la generación de empleo privado. Para ello, deben enfrentar dos principales fallas de coordinación.

Las primeras fallas son público-privadas. Para implementar políticas públicas, el Estado necesita información que a menudo solo el sector privado posee. Pero la comunicación es complicada. El sector público subestima la complejidad de los problemas y no es plenamente consciente de lo que ignora. El sector privado suele comprender bien sus problemas, pero sus soluciones normalmente se limitan a pedir exenciones o subvenciones costosas y poco efectivas. Esta mala coordinación deriva en entidades públicas transversales que no entienden a los sectores, y en políticas públicas divorciadas de la realidad, mal implementadas, nunca corregidas, o fiscalmente costosas pero sin impacto.

Las segundas fallas ocurren en el sector público. Para facilitar la actividad productiva, las entidades públicas deben intervenir coordinadamente, pero suelen funcionar como compartimentos estancos. Por ejemplo, la exploración y la explotación mineras requieren de permisos y acciones de entidades que no responden al Minem; y la puesta en valor de sitios turísticos, de intervenciones que no corresponden al Mincetur. Esto genera trámites burocráticos, duplicidad o demandas contradictorias, políticas públicas desalineadas y deficiencias de implementación.

La metodología de las ME se desarrolló para abordar estas fallas. Al coordinar regularmente con sus contrapartes privadas, el sector público obtiene información valiosa sobre los problemas que afectan la productividad del privado. Esta coordinación no se limita a las sesiones periódicas de la ME: la mayor parte del trabajo se realiza en reuniones más pequeñas (bilaterales o multilaterales) donde se trabaja en los problemas y soluciones identificados.

Pero las ME no son una mesa de partes que tramita los pedidos del sector privado. Son un espacio transparente de interacción continua que reduce la corrupción, fomenta el aprendizaje y la construcción conjunta, y rompe la mentalidad de compartimentos estancos del Estado, resultando en regulaciones más realistas, mejor priorización de presupuestos y una implementación más efectiva de políticas públicas.

Con el tiempo, las ME fomentan una visión consensuada público-privada que trasciende administraciones, promoviendo la continuidad de las políticas públicas. Esto es vital en el Perú, donde ha habido 14 ministros de Economía en menos de ocho años.

El reconocimiento de las ME es indudable. El respaldo local a su continuidad es prácticamente unánime. El reconocimiento internacional también es evidente: son consideradas como la vanguardia en políticas de desarrollo productivo[2]. Entidades multilaterales las promueven abiertamente y países como Chile, México, Ecuador y Namibia las han adoptado. Todos nuestros ministros de Economía (de Zavala a Contreras) han comprendido y valorado su potencia.

Construir políticas públicas efectivas lleva años, pero destruirlas puede tomar apenas unas semanas. La combinación de un ministro que no comprende ni valora las ME, junto con un Equipo Dedicado dócil, no augura nada bueno para las ME. Su futuro está en juego.

[1] El autor de esta columna creó e implementó las Mesas Ejecutivas durante su gestión como ministro de la Producción entre 2014 y 2016.

[2] Veánse: Juhász, R., Lane, N., & Rodrik, D. (2024). The New Economics of Industrial Policy. Annual Review of Economics.

Columna original publicada en Diario Gestión.