Las brechas que nos deja la pandemia
Hace un año, desde estas páginas, conmemoramos el Día Internacional de la Mujer haciendo un llamado para que el debate público nacional brinde mayor atención a los impactos diferenciados de la pandemia en las mujeres. Con la llegada del COVID-19, los hogares peruanos se convirtieron en escuelas y universidades debido al prolongado cierre de las instituciones educativas, se volvieron hospitales cuando no fue posible encontrar atención en los peores momentos de la emergencia sanitaria, así como oficinas para quienes tuvieron el privilegio de acceder al trabajo remoto. Quienes no pudieron quedarse en casa durante los confinamientos –como los trabajadores de primera línea y los millones de peruanos que subsisten con ingresos diarios– enfrentaron enormes desafíos para proteger a sus hogares.
En este contexto, las responsabilidades de cuidado se incrementaron y fueron asumidas principalmente por mujeres, quienes cumplieron un rol crucial para mantener la sociedad a flote durante la emergencia sanitaria. Una encuesta realizada por el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán y el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) muestra que los impactos de la pandemia en las mujeres para noviembre del 2021. El estudio reporta que ocho de cada diez hogares peruanos dependen de las mujeres para las labores domésticas y de cuidado (niños, adultos mayores o personas con discapacidad). Asimismo, se evidencia que las mujeres dedican 27 horas semanales más que los hombres en actividades doméstica y de cuidados, una cifra que aumenta en zonas rurales (Flora Tristán-IEP 2021).
La pandemia nos afectó a todos, pero no por igual. Identificar y comprender dichas diferencias es crucial para generar soluciones orientadas a mitigar las consecuencias negativas de la crisis sanitaria en la vida económica y social. Recientemente, la revista científica “The Lancet” publicó los resultados de un estudio a escala mundial (193 países) que analiza los efectos indirectos del COVID-19 en la igualdad de género, sobre la base de una serie de indicadores sanitarios, sociales y económicos. Este demuestra que, a nivel global, las mujeres fueron más afectadas que los hombres por la pérdida de empleo, por renunciar a sus trabajos para cuidar a otros, por el abandono escolar y por la mayor exposición a violencia de género (Flor et al, Marzo 2022). Estos resultados ilustran cómo la pandemia ha generado sanciones de género que afectaron desproporcionadamente a niñas y mujeres.
Responder a las brechas de género profundizadas por la pandemia constituye un problema público de importancia mundial, pero que desafortunadamente no ha recibido la atención sostenida ni suficiente en las agendas nacionales de recuperación de la pandemia. Resulta clave que se comprenda que lo que está en juego no son solamente cambios en indicadores específicos, sino graves retrocesos en los derechos de las mujeres. Por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe estimó que el COVID-19 generó un retroceso de más de una década en los niveles de participación laboral de las mujeres en la región (Cepal 2021). Obtener ingresos propios es fundamental para incrementar la autonomía de las mujeres y contribuye a romper los círculos de dependencia y violencia. El Perú tiene un enorme pendiente para mejorar la participación de las mujeres en el mundo del trabajo. Como se presenta con contundencia en el libro “Ser mujer en el Perú”, la reciente publicación de Josefina Miró Quesada y Hugo Ñopo, la masa salarial (total de remuneraciones) generada por hombres duplica a la masa salarial generada por mujeres, una situación que ha cambiado muy poco en las dos últimas décadas.
Responder a las consecuencias negativas de la pandemia en las niñas y mujeres es una oportunidad para generar consensos para avanzar en la agenda de igualdad de género en el Perú. Generar nuevas soluciones públicas y privadas de cuidado es indispensable para una reactivación económica que no deje a las mujeres atrás, sobre todo a las más vulnerables.
Original publicado en El Comercio.