diciembre 23, 2024

Mujer y reactivación económica

Año y medio después de iniciada la pandemia, los ejes del debate internacional sobre políticas públicas transitan desde las respuestas inmediatas a la emergencia hacia las medidas de mediano y largo plazo indispensables para remediar y recuperar los impactos del COVID-19 en salud, economía, educación y sociedad. El Perú está cada vez más desfasado de esta tendencia. La improvisación, desorden y contradicciones que han caracterizado los primeros meses del gobierno de Pedro Castillo no solo han generado inestabilidad política e incertidumbre económica, sino también insuficiente claridad programática.

Uno de los aspectos en los que se requieren mejores definiciones es en las desigualdades de género. La atención pública ha estado enfocada –con justa razón– en la falta de coherencia que expresa un Gabinete con solo dos mujeres, tres ministros señalados por violencia, acoso y abandono de hogar, y un primer ministro acusado de acoso político con una trayectoria de actitudes misóginas y homofóbicas. Frente a esto, más de 200 mujeres de diversas tendencias publicaron un comunicado en el que instaban a los políticos a “adoptar un compromiso real frente a uno de los principales problemas que afectan a las mujeres, adolescentes y niñas en nuestras sociedad” (que cuenta con cerca de 13 mil adhesiones en la plataforma change.org). Asimismo, el colectivo Feministas por la Democracia, que agrupa a organizaciones y activistas por la defensa de los derechos de las mujeres, emitió una declaración en la que pedían acciones concretas del Gobierno frente a la discriminación, violencias y desigualdades que afectan a las mujeres, así como la salida del primer ministro Guido Bellido y del ministro de Trabajo, Iber Maraví.

Las desigualdades que afectan a las mujeres son múltiples y se han agravado durante la pandemia. Un aspecto que requiere más prioridad y atención es la pérdida de autonomía económica de las mujeres. De acuerdo al Banco Interamericano de Desarrollo, se perdieron 24 millones de empleos en América Latina y el Caribe como consecuencia de la pandemia, afectando en mayor magnitud a las mujeres. Como alertaron Jaramillo y Ñopo (2020), las peruanas sufrirán de manera desproporcionada los efectos de la crisis del empleo.

Por otro lado, el prolongado cierre de los centros de cuidado y colegios en el Perú ha generado una barrera adicional para que las mujeres puedan trabajar y participar en la reactivación económica, al tener que asumir un fuerte incremento en las responsabilidades de cuidado. A la fecha, más de 2.300 centros de cuidado infantil administrados por el programa Cuna Más continúan cerrados, afectando a aproximadamente 60 mil madres en condición de pobreza. En el Perú se ha prestado muy poca atención a los efectos negativos del cierre de centros de cuidado y escuelas en la reactivación económica y las trayectorias laborales de las mujeres. Esta es una tragedia silenciosa que, si bien se vive a puerta cerrada, genera importantes impactos públicos. Abrir escuelas también ayuda a la autonomía económica de las mujeres. Un estudio de la Universidad Diego Portales evidencia una asociación positiva entre la reapertura de escuelas y la recuperación del empleo femenino en Chile. El mensaje es claro: abrir escuelas no solo es urgente para recuperar aprendizajes, sino también para (re)incorporar a las mujeres a la economía.

El Ministerio de la Mujer ha priorizado la recuperación de la autonomía económica de las mujeres en su agenda sectorial. Sin embargo, se requiere que este tema sea asumido como prioridad en el Gobierno y, de manera especial, en el Ministerio de Trabajo que, a la fecha, se encuentra a la deriva entre anuncios sin sustento técnico y cuestionamientos a su titular. Recuperar el empleo femenino y la autonomía económica de las mujeres es una de las medidas más importantes a mediano plazo para remediar los profundos impactos del COVID-19 en nuestro país. Si no se prioriza, corremos el riesgo de que los impactos temporales se vuelvan irreversibles, afectando las trayectorias y oportunidades de las mujeres y sus hogares. Más allá de bonos y entregas de alimentos, resulta indispensable abordar las nuevas vulnerabilidades que ha generado la pandemia desde una perspectiva integral y con políticas basadas en evidencia.

Original publicado en El Comercio.