diciembre 23, 2024

Cómo reducir la informalidad

Imagen: Gestión.

La pandemia y su manejo han aumentado la informalidad. Necesitamos una estrategia no solo para revertirla, sino para reducirla estructuralmente.

La informalidad es generalizada. Hay empleo informal en empresas formales. Pero la mayor parte del empleo informal se encuentra en las MYPE informales. Reducir la informalidad requerirá en buena medida formalizarlas. Su impacto dependerá de qué porcentaje de ellas tiene —bajo condiciones adecuadas— potencial.

La visión neodualista cree que las MYPE informales no lo tienen. Que su productividad es demasiado baja para ser formales. Que son de subsistencia y existen únicamente porque el sector moderno formal (empresas grandes y medianas) no genera empleo suficiente. Otros creen que tienen potencial, pero que son oportunistas: se mantendrían en la informalidad porque los costos de formalizarse superan sus beneficios. También está la visión de De Soto, quien las considera capaces, pero truncadas por normas inadecuadas y trámites excesivos.

Ulyssea (2018) estimó que, en Brasil, el 50% de las MYPE informales serían de subsistencia; y Banerjee y Duflo (2019) que, para la India, un tercio lo sería. Y ambos estudios concluyen crucialmente que las MYPE informales son muy heterogéneas. No tiene sentido tratarlas como una unidad.

Banerjee y Duflo encontraron, además, que el financiamiento permite aumentar permanentemente la productividad de dos tercios de las MYPE. Y es que la productividad depende del contexto. Imaginemos una MYPE rural con acceso limitado a agua, sin tecnología y con cultivos de panllevar. Su productividad indicaría que es de subsistencia. Ahora, imaginémosla con riego tecnificado, acceso a semillas con buena genética y asistencia técnica para vender en cadenas agroexportadoras. Mostraría una mucho mayor productividad.

Lo anterior tiene tres implicancias. Primera: mientras no creemos condiciones adecuadas, no sabremos qué porcentaje tiene potencial. Segunda: la verdadera formalización es insertarse en cadenas de valor dinámicas que permitan una transformación productiva (en el Perú, esta a menudo ha sido solo nominal y ha consistido en crear un registro de empresas “formales”). Tercera: la prioridad de las políticas públicas debe ser generar condiciones para la articulación y el fortalecimiento de cadenas productivas.

Con ello en mente, a continuación presento algunas ideas para formalizar:

Financiamiento: el Gobierno repite que Reactiva ha sido un éxito. Es verdad que Reactiva 2 amplió su llegada a las MYPE y que con FAE-MYPE han tenido un impacto positivo. Pero el financiamiento (en su conjunto) ha sido lento e insuficiente. Se le ha cargado demasiada responsabilidad a COFIDE.  Para acelerar desembolsos debe elevarse el límite a las tasas de interés. No cubre los costos operativos, que son altos como porcentaje del tamaño de los préstamos a las MYPE.

Además, es urgente inyectar capital (público o privado) a las entidades microfinancieras. Su problema no es solo liquidez, sino también capital. Entidades subcapitalizadas no prestan. Lo venimos diciendo desde abril (https://hacerperu.pe/inclusion-de-las-mype-en-tiempos-de-crisis/). La pandemia deteriorará su cartera y patrimonio; esto será claro cuando se “sinceren” el 01 de septiembre las cifras de préstamos reprogramados.

Reducir las tasas de interés de manera sostenible requerirá mejorar el marco normativo de ejecución de garantías e impulsar los fideicomisos (para disminuir los costos de intermediación). Y, para ampliar las fuentes de financiamiento, se debe revertir el considerable retroceso del factoring. Se debe reglamentar el DU 013-2020 de enero.

Políticas de asistencia técnica y servicios empresariales: formalizar las MYPE depende de su inserción en cadenas de valor, pero normalmente quedan fuera porque alcanzar los estándares de calidad y productividad que estas requieren demandan inversiones costosas.

El Estado debería financiar (parcialmente) a articuladores de cadenas de valor (a nivel territorial y en todo el país) que identifiquen lo que se necesita para que las MYPE puedan insertarse en ellas. Y financiar/subsidiar los bienes públicos identificados. Por ejemplo, la instalación de riego tecnificado que permita la reconversión a cultivos rentables. Luego del impulso inicial, las cadenas cobrarán vida propia.

Compras públicas: el programa Compras a MYPErú tiene asignados S/ 1.000 millones que no se han gastado. La demora es imperdonable.

Pero tan importante como una mucho mayor velocidad es que Produce (a través de los CITE e INACAL, por ejemplo) acompañe con asistencia técnica a las MYPE para que mejoren sus productos y cumplan estándares de calidad. Debe pasar de ser un subsidio disfrazado a una oportunidad para fortalecer las MYPE.

Normativa y simplificación administrativa: las mejoras normativas y de trámites no resolverán la informalidad, pero ayudan. Las normas deben reflejar las realidades de la cadena de valor y las particularidades de las MYPE. Se requiere proporcionalidad entre la productividad y las exigencias —laborales, por ejemplo—. Y la fiscalización debe ser predecible. Muchas entidades fiscalizadoras actúan con demasiada discrecionalidad y aplican criterios irreales. Al hacer más costosa la formalidad, aumentan los informales oportunistas. Debe usarse la anunciada Mesa Ejecutiva para las MYPE para ir al detalle de estos temas.

Lo anterior requiere involucrar al Estado en la solución. El escepticismo es entendible, pero no del todo justificado. Aunque la debilidad pública es innegable, el fracaso es también de la gestión gubernamental. Se pudo hacer mejor las cosas.

Intentar avanzar sin el Estado sería un camino sin salida. Este tiene que generar la mayor cantidad de normas, dados los estándares exigidos por el mercado internacional. Además, tiene la espalda financiera. No podemos pasar de él.

No hay “bala de plata”. La única opción es un trabajo conjunto (y perseverante) público-privado.

Al Estado hay que exigirle romper la inercia —y usar la disciplina del mercado para ello—; a las empresas grandes, involucrarse seriamente en el fortalecimiento de las MYPE —no debería restringirse a un tema de responsabilidad social—; y a las MYPE, mejorar —no pueden solo reclamar subsidios—. La miopía colectiva nos ha pasado una enorme factura.