Crisis alimentaria: urge una estrategia de respuesta
El Perú y el mundo enfrentan una crisis alimentaria que muy probablemente se acentúe en los próximos meses. Para mitigar los efectos de esta crisis sobre los peruanos más vulnerables son imprescindibles acciones más decididas, en múltiples frentes y con carácter de urgencia. Dada la gravedad de la situación, como Consejo Editorial de HacerPerú consideramos oportuno señalar algunos de los principales elementos que a nuestro criterio debieran ser parte de la estrategia del gobierno frente a esta crisis alimentaria que avanza día a día.
Como ya es bastante conocido, los precios de los alimentos han alcanzado récords históricos en el Perú y en el mundo. Ello, sumado a altos precios de combustibles y fertilizantes, y a una menor disponibilidad en el mercado internacional, podría generar la mayor crisis alimentaria en décadas, que arrastre a millones de personas a una situación de hambre.
Múltiples factores han confluido para llegar a esta situación: la disrupción en procesos productivos globales y la fuerte subida en fletes de carga marítima consecuencia de la pandemia; cuarentenas masivas en China; fenómenos climáticos en zonas productoras importantes; la invasión rusa de Ucrania y las consecuentes sanciones económicas que afectan la producción y exportación de ambos países (y de Bielorrusia); las restricciones de exportaciones que cada vez más países están imponiendo que traen mayor desabastecimiento y presiones en precios; entre otros.
Por tanto, si bien los incrementos en el costo de la canasta básica y de la canasta alimentaria no son atribuibles ni a condiciones internas ni al gobierno, las respuestas de política pública para mitigar sus efectos y evitar que se profundicen y prolonguen en el tiempo, sí lo son. Para ello debe plantearse una estrategia con al menos cinco ejes articulados.
Primero, apoyar a los hogares más vulnerables (el porcentaje del ingreso familiar destinado a alimentos en el quintil más bajo es aproximadamente de 50%) mediante bonos alimentarios complementarios a los receptores de programas sociales y a pensionistas de otros sistemas con pensiones de bajo monto. Proteger a la niñez de la desnutrición es fundamental, por lo que Qali Warma podría incluir almuerzo en zonas donde este no se realiza. Ampliar y acelerar el apoyo a comedores populares, clubes de madres, ollas comunes, entre otras iniciativas comunitarias que permitan asistir a hogares enfrentando inseguridad alimentaria que no están cubiertos directamente por programas sociales. Adicionalmente, si bien es necesario reevaluar los montos de las transferencias de los programas sociales que no se actualizan desde su creación, lo urgente hoy es implementar medidas temporales y focalizadas que lleguen con celeridad a quienes más lo necesitan. Estas medidas extraordinarias deben incluir, desde su diseño, mecanismos para su retiro una vez que dejen de ser necesarias (cuando el costo de la canasta básica o alimentaria reviertan debajo de cierto umbral).
Segundo, apoyar a los pequeños productores agrarios en la adquisición de fertilizantes para asegurar la continuidad de la producción local de alimentos. Recordemos que 57% de los alimentos que consumimos los peruanos son producidos localmente. Debemos evitar a toda costa una disminución en la productividad agrícola que tendría impacto tanto en el campo (productores con menores ingresos y menor consumo) como en los consumidores urbanos a través de precios altos el próximo año. Ya se han implementado algunas iniciativas de apoyo con bonos agrarios y un DU para la compra de fertilizantes. Sin embargo, dada la naturaleza de la cadena de comercialización y la potencial escasez a nivel global y local (Rusia es nuestro principal proveedor), la escala es insuficiente y aún no se resuelven los complejos aspectos logísticos para la adquisición, identificación de beneficiarios y distribución de fertilizantes. . A pesar de que hay productores que están logrando sustituir fertilizantes por otros más baratos o menos escasos (y que los productores de menor escala casi no fertilizan), esta situación no se puede resolver privadamente ante una falla de mercado global. La respuesta tiene que ser urgente para no perder las ventanas de siembra, y no pasar por alto que a mediano plazo debe complementarse con un plan realista para mejorar la productividad y competitividad del sistema agroalimentario peruano.
Tercero, el gobierno debe priorizar la recuperación del mercado laboral e incidir en la generación de empleos de calidad. En el corto plazo, programas de empleo temporal público pueden ayudar, pero al ser año electoral, ello conlleva riesgos. Corresponde al gobierno evaluar cómo aprovechar los fuertes vientos de cola de los altos precios de los metales para lograr más inversión privada, empleo (formal, adecuado y de calidad) y recuperación de ingresos de los trabajadores; objetivos que no solo no está logrando, sino que está socavando a través de múltiples desaciertos en decisiones y discurso de política y gestión públicas.
Cuarto, las medidas anteriores deben financiarse primordialmente mediante reasignaciones de partidas para no comprometer la credibilidad fiscal. El año pasado y el actual hubo un crecimiento importante de la recaudación por precios extraordinarios de los metales que ha permitido niveles de gasto público mayores a los sostenibles en partidas no esenciales, por lo cual hay espacio para una repriorización del presupuesto. También podría evaluarse no prorrogar las onerosas reducciones de impuestos que no han tenido impactos significativos en los precios ni en la capacidad adquisitiva de los hogares vulnerables. El Congreso, por su parte, debería abstenerse de aprobar e insistir en leyes distorsionantes, con altísimos costos fiscales que reducen el espacio fiscal y comprometen la sostenibilidad de las finanzas públicas. Sin mencionar que, con frecuencia tienen visos de inconstitucionalidad, como el Consejo Fiscal ya lo ha señalado en reiteradas oportunidades.
Quinto, el MEF debe recuperar su rol de articulador, no solo entre entidades públicas sino también con el sector privado. Potenciar el rol de las mesas ejecutivas en estas tareas es importante. El deterioro institucional reciente y la erosión severa del capital humano en entidades públicas en estas tareas compromete su capacidad de respuesta. Por ello, el MEF requiere un respaldo pleno desde la Presidencia y salir de su zona de confort para tomar un rol proactivo en el diseño y coordinación de las intervenciones.
En presencia de una crisis alimentaria internacional – con visos de profundizarse – hay factores que escapan a nuestro control pero otros que responden a decisiones internas. Ningún gobierno puede darse el lujo de debilitar la política y gestión públicas por agendas e intereses subalternos. Corresponde adoptar medidas extraordinarias con carácter urgente y prioritario para proteger a la población vulnerable ante una emergencia alimentaria que ya se siente y que se extenderá si no se actúa. No hay de otra. HacerPerú hace un llamado a las autoridades para que enfrenten esta emergencia con decisión y sensatez.
Lima, 30 de mayo de 2022