El Perú y el entorno global
Fuente imagen: El Comercio.
Aunque el entorno externo pone un ‘techo’ al crecimiento peruano, este probablemente se encuentra alrededor de 4% o 5%. En el corto plazo, la recuperación requiere de medidas contracíclicas monetarias y fiscales.
A inicios de este año, ya era evidente que el balance de riesgos para la economía global era negativo. Hoy, esos riesgos se han materializado: el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que la economía mundial crezca 3,3%, el menor ritmo en una década, y es posible que esa cifra resulte siendo un poco optimista. La desaceleración es de amplia base y corresponde, en partes más o menos iguales, a las economías desarrolladas y los mercados emergentes.
Las razones son varias. La más obvia es la desaceleración de China, cuya economía viene enfriándose de manera gradual. Este proceso se encuentra en marcha desde el año 2012 y refleja la transición hacia una mayor producción de servicios, así como una política económica que pone menos énfasis en las medidas de estímulo. No obstante, China continúa creciendo a tasas por encima de 6% y es uno de los principales motores del crecimiento mundial.
Sin embargo, a la esperada desaceleración china se ha sumado la guerra comercial con EE.UU. Aunque todavía no es posible medir la magnitud del impacto que vienen teniendo, las tarifas y otras restricciones al comercio entre las dos principales economías del planeta han generado fricciones en las cadenas de valor, incertidumbre en los mercados financieros y presiones bajistas sobre los precios de los commodities.
¿Qué significa todo esto para nuestro país? La economía local es pequeña y abierta al mundo, y representa apenas el 0,35% del PBI mundial. Para alguien tan pequeño, el entorno global pesa. Exigir que el Perú crezca 8%, por ejemplo, es un despropósito cuando el frente externo viene ralentizándose. De hecho, la última vez que alcanzamos un crecimiento semejante, allá por el año 2010, el mundo crecía a 5,4% y el precio del cobre era casi 20% más alto.
No obstante, la actual situación internacional tampoco nos condena al 2,5% que registraremos este año. Se espera que el Perú crezca más que el promedio latinoamericano, pero dos tercios de esa cifra corresponden solamente a Brasil (aún estancado), México (cada vez más incierto) y Argentina (en crisis). La región viene creciendo por debajo de 1,5% desde el 2014, pero eso no impidió que el alza alcanzara 4% en el 2016 y 2018, por ejemplo.
Aunque el entorno externo pone un ‘techo’ al crecimiento peruano, este es más alto y probablemente se encuentra alrededor de 4% o 5%. En el corto plazo, la recuperación requiere de medidas contracíclicas, tanto monetarias y fiscales. El BCR ya ha recortado la tasa de referencia a 2,25% en agosto, pero el gasto público continúa arrastrando problemas, con la inversión pública que cayó 1,3% en el período enero-agosto.
Por último, la necesidad de reactivar la economía no debe llevarnos a perder de vista que lo más importante es incrementar el crecimiento potencial futuro, y eso pasa por ganancias de productividad. Diversificación productiva, reforma laboral y mejoras en salud y educación deben ocupar un rol central. Es evidente que la economía siempre dependerá del entorno externo, pero es posible incrementar su sofisticación y resiliencia si añadimos motores adicionales al crecimiento. El misterio es por qué llevamos casi 30 años sin hacerlo.