En defensa del Estado
HacerPerú nació hace casi cuatro años con el objetivo de proponer alternativas y mejoras a un modelo de desarrollo que considerábamos insuficiente. Nuestra propuesta se centra en sumar la diversificación productiva, la profesionalización de la burocracia, el ordenamiento urbano/territorial y la mejora de los servicios sociales a la estabilidad fiscal y monetaria ya existentes. Para ello es clave el fortalecimiento de la gobernanza pública y el respeto por la institucionalidad democrática. Nuestro mensaje fue claro: a pesar de cambios macroeconómicos positivos producidos en el Perú a partir de los noventa, no estamos construyendo las bases productivas e institucionales necesarias para nuestro desarrollo.
Lamentablemente, hoy nos encontramos ante urgencias distintas que nos obligan a virar las prioridades. Aunque nuestro modelo aún tiene patentes necesidades de mejoras, consideramos urgente detener el deterioro acelerado de las pocas capacidades estatales construidas con mucho esfuerzo en las décadas previas. En muy breve tiempo se vienen debilitando sistemáticamente las planas profesionales de distintos ministerios y entidades públicas. A esto se suma la reversión de reformas vitales en transporte, educación superior, servicio civil, entre otras áreas. Se han vuelto cotidianos nombramientos que muestran una visión patrimonialista del Estado que prioriza el beneficio propio antes que las necesidades del país. Si bien los recientes casos de los Ministerios de Salud y Transporte son quizás los más dramáticos, estos no son casos aislados sino parte de un patrón que debilita al Estado y reduce su efectividad (la lista es larga: PCM, MEM, MINJUS, MIDIS, MINAM, etc.). En todo momento, pero en especial ante un escenario como el actual, los medios de comunicación públicos deben cumplir su rol de llevar información transparente, plural y veraz a la ciudadanía sin injerencias. Cuando ello no sucede, la libertad de expresión y la rendición de cuentas se ven comprometidas. Es inconcebible que un gobierno que en teoría tiene como principal objetivo el cambiar las cosas en beneficio de los peruanos más vulnerables se dedique en cambio a socavar la principal arma para reducir las brechas sociales: el aparato público.
El Ejecutivo es, sin duda, el principal responsable de este ataque contra la burocracia y del deterioro de las capacidades públicas. Pero no está solo. No se puede minimizar la contribución del Congreso de la República que, por un lado, se suma a las contrarreformas, y por otro lado, evita fiscalizar a ministros incapacitados para ejercer el cargo. Cuando los intereses poco transparentes de múltiples bancadas han coincidido con aquellos de los grupos cercanos al gobierno, la competencia política se ha visto desplazada por la complicidad contrarreformista.
Nos preocupa además la visión cortoplacista de distintos actores, tanto en el gobierno como en el sector privado, que ven en el manejo relativamente responsable de la macroeconomía una condición suficiente para una gestión de gobierno aceptable. Un país devastado por la pandemia no puede resignarse por cinco años bajo la premisa de que “pudo ser peor”. Aunque la nueva gestión en el Ministerio de Economía y Finanzas promete mayor transparencia y un compromiso con reconstruir la institucionalidad fiscal, este nombramiento se enmarca en un gabinete carente de competencias y con múltiples cuestionamientos éticos. Mantener la “estabilidad económica” no alcanza si al mismo tiempo se destruye el resto del aparato público y se abusa del Estado con impunidad. No hay solidez económica ni prosperidad posibles con un Estado debilitado y con intereses de todo tipo perforándolo para repartir beneficios. Más temprano que tarde, esa dinámica socavará la estabilidad económica.
Consideramos que es nuestra responsabilidad contribuir a la defensa de lo poco que se ha logrado en desarrollar un Estado con una burocracia capaz y profesional para poder algún día construir sobre lo avanzado. Parte de ello pasa por ejercer una crítica constructiva que contribuya a la fiscalización por parte de distintos actores, incluyendo el Congreso y la prensa, pero en especial por parte de la sociedad civil. Sin olvidar que el asalto actual del Estado refleja en parte su vulnerabilidad tras años de intentos truncos de reforma, nuestra labor en los próximos meses se centrará en tres ejes. Primero, buscaremos llamar la atención sobre la magnitud del daño que viene materializándose en el Estado y las consecuencias de esto para la calidad de vida de los peruanos. Segundo, pondremos énfasis en cómo el patrimonialismo del actual gobierno pone aún más en riesgo a una democracia que ya venía asediada por otros actores e intereses. Y finalmente, intentaremos alertar a los distintos actores que se conforman con un manejo macroeconómico responsable sobre los riesgos que se ciernen sobre una economía que intenta avanzar por su cuenta mientras el aparato público se desbarata en paralelo.
Continuaremos proponiendo agendas que contribuyan al fortalecimiento macroeconómico, al desarrollo y diversificación productivos, al impulso al capital humano y la innovación, a una real agenda de competitividad, y ciertamente, a la defensa de la gobernanza pública.
HacerPerú nació para contribuir a hacer un país más próspero, pero también más inclusivo: en otras palabras, un mejor país. Hoy, más que nunca, esos objetivos están bajo ataque desde dentro del Estado. Construir toma décadas, destruir tan sólo unos meses.
Eduardo Dargent | Alfonso De La Torre | Carolina Trivelli | Piero Ghezzi | Alonso Segura
Consejo Editorial Hacer Perú