JORGE MUÑOZ: A UN AÑO DE GESTIÓN
Fuente imagen: ANDINA.
A poco más de un año del inicio de la gestión de Jorge Muñoz como alcalde de Lima Metropolitana, resulta importante analizar sus obras y acciones del 2019, así como los retos que se debería afrontar en el 2020.
Primero refresquemos cuáles son las principales funciones de dicha administración, para poder juzgar su desempeño a partir de ello. El alcalde metropolitano es, sobre todo, el gobernador de la ciudad, por lo cual su principal función es ordenar y concertar las acciones y proyectos que se desarrollan dentro de la misma, con los ciudadanos, autoridades e instituciones públicas y privadas. Es una labor bastante ingrata pues demanda un enorme esfuerzo, y las consecuencias positivas no siempre son visibilizadas por la ciudadanía en general, o relacionadas con una buena gestión en origen.
En ese aspecto, el alcalde Muñoz ha demostrado ser un buen gobernador, pues se ha esforzado por trabajar para resolver diversos conflictos, sucesos y eventos que se han desarrollado en la ciudad, como por ejemplo, los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Lima 2019, la final de la Copa Libertadores de América, la reciente invasión de las Lomas del Paraíso en el distrito de Villa María del Triunfo, los conflictos entre alcaldes distritales como los de Independencia y San Martín de Porres, la fatídica deflagración en Villa el Salvador, entre otros.
También se ha esforzado en mejorar el funcionamiento de la municipalidad, apostando por gestores con reconocida trayectoria profesional, aun cuando viniesen de administraciones anteriores. En ese sentido, es destacable el caso del Programa Municipal para la Recuperación del Centro Histórico de Lima (PROLIMA), que venía de largos años de trabajo en la concreción de la actualización del Plan Maestro y Reglamento de Administración para el Centro Histórico. El alcalde Muñoz apoyó al equipo que lo venía desarrollando, y de esa forma se consiguieron aprobar los nuevos instrumentos a finales del 2019 (ordenanzas 2194 y 2195-MML).
Caso similar es el del Instituto Metropolitano de Planificación, pues se apostó desde un inicio por destacados profesionales que a la fecha vienen destrabando procesos que tenían años encarpetados en la institución, no por falta de capacidad de sus predecesores, sino por falta de personal y apoyo político.
Otro tema sumamente complejo en el que se viene trabajando es el de las investigaciones por casos de corrupción de sus antecesores y las demandas de operadores y concesionarios, de las cuales nos hemos enterado a partir de los anuncios de paralización de los servicios de los Corredores Complementarios y el Metropolitano, y por los conflictos de los peajes.
También nos hemos enterado que viene trabajando de cerca con los vecinos del Cercado de Lima, distrito del que además tiene las competencias de Alcalde Distrital; por ende, la responsabilidad de la gestión de residuos, ornato y calidad de los espacios públicos y serenazgo.
Hasta aquí pareciera una buena gestión. Pero hay otros importantes aspectos en los que no vemos avances o mejoras estructurales, por más que haya habido anuncios u acciones puntuales, y eso es muy preocupante, pues son claves para el desarrollo sostenible y el bienestar de los ciudadanos: la movilidad y la planificación urbana.
Sobre la movilidad, hemos visto dos acciones principales: la restricción a la circulación de automotores en algunas calles del Centro de Lima, y el “Pico y Placa” para ciertas avenidas de la ciudad y para los camiones en un tramo de la Av. Panamericana Sur. Si algo tienen en común ambas, es que no son soluciones integrales, y que los vehículos que son desplazados deben buscar otras rutas, congestionando las vías. Prohibir la circulación de vehículos privados sin que antes se haya mejorado el servicio de transporte público es una política que ya ha fracasado en varias ciudades latinoamericanas y que incluso ha llegado a generar la sobrevaloración de vehículos usados sólo por su número de placa.
El problema aquí es de base. Si se entiende que las personas salen en sus vehículos solamente por comodidad, entonces se podría pensar que con una medida restrictiva el volumen de autos en horas pico podría disminuir. Pero si se comprende que las personas usan sus vehículos porque no encuentran un medio alternativo que resuelva ese trayecto en un tiempo razonable, con seguridad y confort, entonces se buscará resolver ese problema antes que prohibir la circulación.
Es más fácil prohibir que resolver, y más si lo que hay que resolver es el transporte público de Lima, uno de los grandes reclamos de la ciudadanía, y donde no ha habido mejoras a lo largo de este primer año de gestión. Bien dice el alcalde Muñoz que con la creación de la ATU el transporte público dejará de ser una competencia exclusiva de la metrópoli. Pero esa es una verdad a medias, pues a la fecha la ATU no ha iniciado sus funciones en pleno, y la MML todavía mantiene la administración de servicios como el Metropolitano y los Corredores Viales. Por lo tanto, si el principal deber del alcalde es gobernar la ciudad, y el mayor problema del transporte en Lima es la gobernanza y el principio de autoridad, es posible afirmar que no se ha visto un claro accionar de la MML en la fiscalización del transporte ilegal, respeto de paraderos, de carriles exclusivos, etc. La actual crisis de los Corredores Viales se debe justamente a la permanencia de las antiguas rutas y a la proliferación de taxis colectivos y combis .
Otra importante función de la alcaldía Metropolitana es la planificación integral de la ciudad, que más que definir la zonificación y alturas de los edificios, tiene que ver con la concertación del modelo de ciudad en la que todos queremos vivir. A partir de ello se diseñan y promulgan los reglamentos urbanos necesarios para su paulatina concreción. A eso se llama Planificación Urbana, y la última vez que se aprobó un plan para Lima fue en 1989, hace más de 30 años.
A un año de gestión mantenemos un modelo de ciudad del siglo pasado, con una estructura de usos del suelo caduca, alturas que no responden a los grandes ejes de actividad de la metrópoli, incapacidad de poder promover grandes proyectos de renovación urbana que transformen y enriquezcan la ciudad, un transporte público deficiente y asesino, y el monstruo de la ilegalidad carcomiendo y destruyendo nuestra posibilidad de poder crecer de forma equilibrada y sostenible.
El alcalde Muñoz ha mencionado en más de una oportunidad que están trabajando en el Plan al 2040, con base en el Plan al 2035 desarrollado durante la gestión de la Sra. Villarán, pero mientras ese ambicioso y necesario plan se concreta, la ciudad necesita de una guía o un plan estratégico que permita orientar las acciones y proyectos bajo un enfoque integral, para que sumen de forma coordinada a la construcción de esa ciudad que soñamos.