Jugando con fuego
Imagen: ANDINA.
El perfil y cambio de Zeballos a Cateriano y a Martos, tres primeros ministros desde que empezó la pandemia, reflejan un gobierno sin visión definida ni un norte claro. Como parte de ello, a un gobierno que lejos de tener una mirada compartida sobre cómo afrontar la crisis generada por el COVID-19, ha tenido que enfrentar diferencias y posiciones personalistas, no solo las discrepancias naturales de cualquier grupo humano.
Si asumimos que el discurso político refleja algún aspecto de la realidad, una interpretación posible es que con la salida de Zeballos y la llegada de Cateriano “culminaba” una etapa, y que en adelante prevalecía la posición del MEF. La aparatosa caída de esta apuesta, el discurso de Martos ante el Congreso y las recientes declaraciones de la ministra Pilar Mazzeti, reflejarían que las posiciones al interior del gabinete comienzan a reequilibrarse. ¿Para bien o para mal? Depende de que Vizcarra asuma el liderazgo que le corresponde: defina estrategia, alinee visiones, ponga orden y contenga personalismos.
De otro lado, que un militar (Martos) tenga más sensibilidad social y más olfato político que un civil (Cateriano, y muchos otros), debería preocuparnos o llamarnos a la reflexión. Con Chávez en el ministerio de Defensa, un funcionario capaz, trabajador y comprometido (p.e. su rol en la emergencia del niño costero), la ciudadanía puede interpretar que son los militares quienes tienen la capacidad de resolver los problemas del país. Es cierto que es muy pronto para sacar conclusiones. Lo que sí queda más claro es que necesitamos renovar la política, no solo para dejar atrás la corrupción, sino también las visiones trasnochadas, y no solo las de izquierda, sino también las de derecha.
Tal vez el 2021 nos dé una oportunidad más. Pero hace rato que estamos jugando con fuego. La crisis del COVID-19 debería haberlo dejado claro.