enero 10, 2025

La emergencia en lo rural

Fuente imagen: La República.

(Versión corta en La República). 

Hay que atender las consecuencias de la emergencia en el mundo rural con medidas especiales y temporales, pero también hay que comprometernos a repensar cómo transitar hacia una transformación rural que cierre la enorme brecha.

El Perú rural, donde vive entre 20 y 40% de la población (dependiendo de la definición de rural que usemos), hasta ahora ha sido uno de los grandes ausentes del debate sobre el Covid19 y sus impactos.

Urge incorporar los impactos de la emergencia actual en lo rural y tomar medidas para que este extenso y vital colectivo de peruanos pueda pasar la emergencia de mejor manera –en condiciones sanitarias y de bienestar mínimo- y para asegurar que sus actividades productivas, centrales para la alimentación de todos los peruanos, sigan desarrollándose.

Hay al menos tres áreas en las que hay que trabajar rápida y efectivamente. Primero, respecto al cuidado de la salud de los pobladores rurales. En el medio rural la posibilidad de hacer pruebas, de acceder a un centro de salud con los recursos necesarios para atender a un paciente con complicaciones por el Covid19 son extremadamente limitadas. No sabemos hoy como avanza el contagio del virus en el medio rural. Necesitamos que un equipo de especialistas ponga en práctica una estrategia de testeo, seguimiento y protocolos de atención a pacientes contagiados en condiciones de dispersión. Esto es urgente para saber dónde y cómo atender la expansión de los contagios del virus en el territorio.

Pero además hay que trabajar en un esquema de información –prácticas de lavado de manos, de cuarentena para contagiados, uso de mascarillas, etc.- pero acompañada de la provisión de insumos mínimos para población rural, que tiene limitado acceso a agua segura y a insumos como desinfectantes, jabón, y ni que decir, guantes o mascarillas.

En segundo lugar, hay que ampliar los esquemas de protección que ya se han activado para la población urbana para cubrir también a familias rurales. Se trata de asegurar que los hogares en pobreza y vulnerabilidad (recordemos que antes de la emergencia la tasa de pobreza rural 42%, 2.5 veces la tasa de pobreza urbana) accedan a los recursos mínimos para enfrentar este tiempo. Si bien hay una mayor cobertura de programas sociales en el medio rural, estos hoy resultan insuficientes para enfrentar la emergencia.

Con la emergencia muchas familias rurales, pobres y no pobres, tendrán menores ingresos. Sea porque hay menos oportunidades de trabajo agrícola –en chacras propias o de otros y en el sector agroexportador- y no agrícola –en el sector servicios o en empleos temporales-, por la reducción en las remesas que reciben de familiares en el extranjero o que viven en ciudades y que hoy también ven menores ingresos, pero también porque sus ingresos derivados de la venta de sus productos agropecuarios se vienen reduciendo. La demanda de productos agropecuarios ante la caída en la demanda urbana –por menores ingresos de los hogares urbanos y por las medidas de cuarentena que limitan los puntos de venta y distribución de alimentos frescos- se reduce y con ello los precios bajan, y junto con ello los costos asociados a su venta suben –por ejemplo transportistas que no tienen mercadería para llevar en viajes de retorno o que enfrentan restricciones de movilidad- y los niveles de merma por deterioro ante la menor velocidad de venta aumentan. En resumen, varios canales en simultáneo golpean los ingresos de los hogares rurales.

En tercera instancia, está la necesidad de atender a lo rural para asegurar que los circuitos de producción de alimentos se mantengan operando. El sector productor de alimentos,  agrícolas y pecuarios, opera con rezago por los propios plazos de producción y los ciclos estacionales. Si los productores de verduras no obtienen ingresos de la venta hoy, no tendrán recursos para sembrar y en pocos meses no tendremos esas verduras en los mercados urbanos. Los productores pecuarios enfrentan además otros desafíos, ante la menor demanda en los mercados han de mantener a sus animales en pie, y para ello alimentarlos con costos que no pueden cubrir. Se trata de apoyar el proceso productivo para asegurar la disponibilidad de alimentos mañana.

Para lo primero, la salud, urge equipo de respuesta desde el sector salud en alianza con gobiernos regionales y municipios. Para los segundo, se requiere diseñar programas de empleo temporal rural y la ampliación la cobertura de bonos en efectivo para alcanzar a la población rural en situación de pobreza y vulnerabilidad (a cargo del Midis y el Mintra). Esto último exige asegurar un buen padrón de hogares rurales y alguna innovación en la distribución ante la escasisísima presencia de entidades financieras accesibles para pobladores rurales. Para lo tercero, urge una propuesta de paquete de apoyo desde el Minagri, con apoyo de otros sectores como Produce, pero sobre todo generando alianzas con otros actores clave de la cadena alimentaria: transportistas, redes de mercados, procesadores de productos alimenticios,  molinos, comercializadores de insumos, etc. En esto difícil encontrar una única propuesta para todos, lo más probable es que se requieran acciones diferenciadas por tipo de productos, por región, por cadena de valor. Mucho trabajo de coordinación e implementación con muy pocas manos disponibles para ello.

Hay que atender las consecuencias de la emergencia del Covid19 en el mundo rural con medidas especiales y temporales, pero también hay que comprometernos –como en el tema de las pensiones- a repensar cómo transitar hacia una transformación rural que cierre la enorme brecha en bienestar, condiciones de vida y oportunidades de desarrollo para los pobladores rurales, por ellos y para ellos, pero también para asegurar y poner en valor el enorme aporte de los rural a la alimentación y a la economía del Perú.

No hay tiempo que perder, en la atención al mundo rural nos jugamos no solo un asunto de justicia y equidad en las medidas para proteger a los ciudadanos ante la emergencia, sino también el abastecimiento de alimentos de todos los peruanos, hoy y en los meses que vienen.