Lecciones latinoamericanas
A veces es bueno observar a los vecinos para extraer lecciones que podamos aplicar a nuestra propia realidad a través de nuestra propia experiencia. En Latinoamérica, sobran los ejemplos de manejos económicos inadecuados y es importante tenerlos en cuenta como recordatorio de lo que el país debe evitar en su búsqueda por alcanzar el desarrollo.
En América Latina existen ejemplos de manejos económicos inadecuados para alcanzar el desarrollo. En ese sentido, no debemos perder de vista casos como el de Venezuela, Argentina, México y Brasil.
Qué duda cabe que la primera y quizá más importante lección proviene de Venezuela, y esta consiste en la importancia que tiene mantener una macroeconomía saludable, evitando el despilfarro fiscal y la monetización del gasto público. El régimen de maduro ha sepultado a la economía venezolana, y el desastre humanitario que vive ese país es consecuencia de niveles de gasto que el precio del petroleo ya no puede sostener.
Aunque es cierto que el equilibrio fiscal y el manejo responsable de la política monetaria no son condiciones suficientes para alcanzar el desarrollo, sí son condiciones necesarias. Quienes en el Perú buscan arremeter contra la prudencia del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) o la independencia del Banco Central de Reserva (BCR) o, peor, defienden aún a la cleptocracia chavista, harían bien en mantener este caso en mente.
Sin embargo, la estabilidad macroeconómica requiere trabajo duro. La Argentina de Macri es un ejemplo. Como sucedió en Perú con PPK, el presidente argentino asumió el cargo en medio de expectativas, y precedido por su reputación estelar como empresario y amigo de los inversionistas. Lamentablemente, tres años y medio después el resultado es una economía en contracción e inflación en torno al 50%.
Macri apostó por un ajuste gradual para atacar los desbalances macroeconómicos argentinos que heredó, confiando en que su reputación mantendría a los inversionistas de su lado y resultaría en un incremento en inversión productiva. Se equivocó, y hoy Argentina lo paga con una tasa de pobreza que sube cuando se suponía que iba a hacer lo contrario.
Finalmente, lo que viene pasando en México nos advierte sobre la importancia de contar con servidores públicos capaces que sean bien remunerados. El presidente López-Obrador entiende la importancia de mantener cierto equilibrio fiscal. Lo que no parece comprender, no obstante, es que alcanzar dicho equilibrio recortando drásticamente los salarios en el sector público es una mala receta.
Tan sólo en el banco central mexicano, más de 200 profesionales han renunciado. Si el balance macroeconómico es importante y conseguirlo una tarea dura, es lógico concluir que para lograrlo se requiere contar con talento del más alto nivel. El debate eterno entre la derecha y la izquierda sobre si el Estado debe ser pequeño o grande, débil o fuerte, pierde de vista que lo más importante es que el Estado sea capaz. Para que eso suceda, hay que pagarle bien a los más capaces.
El debate eterno sobre si el Estado debe ser pequeño o grande, débil o fuerte, pierde de vista que lo más importante es que sea capaz. Y para ello, hay que pagarle bien a los más capaces.
Así, como estos hay muchos otros casos. Panamá y su dependencia del canal que lleva su nombre nos recuerda la importancia de la diversificación productiva; por su parte, Brasil está demostrando que ofrecer pensiones y jubilaciones generosas es peligroso si no hay forma de pagar por ellas. La lista continúa, pero lo importante es no perder estos sucesos de vista. Como siempre repetía un querido profesor mío en el colegio, un error ignorado es un error repetido.