noviembre 21, 2024

Los Shipibo-Konibo y Cantagallo

Foto: El Comercio

Autor: Aldo Facho Dede

Según el último estudio del Banco Mundial “Resurgir Fortalecidos. Evaluación de la pobreza y equidad en el Perú” (2023), la pobreza se ha convertido en un fenómeno predominantemente urbano. Podemos decir que esta situación está asociada a la debilidad institucional de los gobiernos subnacionales, que presentan serias limitaciones para planificar y gestionar sus territorios, y proveer de los servicios básicos a la población, pero en algunos casos se suma una variable adicional: la incapacidad del Estado de cumplir con los compromisos que asume. Esta es la situación de la comunidad Shipibo-Konibo que habita en el islote de Cantagallo del río Rímac, cerca de Palacio de Gobierno. Hace siete años -el 4 de noviembre de 2016-, un voraz incendio arrasó las cerca de 500 viviendas de dicha comunidad, quedando las familias en situación de calle. El entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski ofreció rápidamente reconstruir la zona. Consecuentemente, el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento presentó en octubre de 2017 un proyecto de urbanización que incluía un parque y una escuela bilingüe. A la fecha no ha habido avances concretos, sólo promesas sistemáticamente incumplidas.

Pero la situación es mucho más compleja. En el marco del proyecto se realizaron estudios geotécnicos del islote que determinaron que el suelo es inestable y presenta altas concentraciones de plomo y arsénico, dado que había sido un relleno sanitario. Por esta razón no sería apto para el desarrollo de viviendas, debiendo reubicarse a las familias. La última propuesta de la que se tiene noticia fue trabajada a inicios del 2021. Como podemos ver, la situación de la comunidad Shipibo-Konibo es cada vez más difícil, pues a la precariedad de la ocupación y la falta de servicios básicos, debemos sumar los mencionados peligros asociados al suelo, y los que podría provocar el Fenómeno de El Niño. Reubicarla es un proceso complejo que demanda un gran esfuerzo de negociación, pues la economía de las familias está ligada al Centro Histórico de Lima (CHL), donde muchos venden sus productos artesanales y artísticos.

El Estado Peruano no tiene más crédito con la comunidad, y cualquier intento de retomar las negociaciones debe contar con las garantías necesarias para que se concrete en un corto plazo. Considero que uno de los principales problemas es que el proceso se ha enfocado como una acción asistencialista, ignorando el valor cultural y social que la comunidad aporta al CHL. Los Shipibo-Konibo son artistas y artesanos talentosos, sus costumbres nos permiten revalorar la naturaleza como el soporte esencial de la vida, es por ello que deberían tener un participación destacada en el proyecto del Parque del Río Rímac. Esta es un ambiciosa obra que promueve la Municipalidad de Lima con el apoyo de la CAF y el BID, y que propone recuperar el río y sus riberas como espacios paisajísticos y culturales. El islote de Cantagallo es una pieza esencial, pues representa cerca del 40% del área de bosques ribereños que se pretenden recuperar, para lo cual es fundamental resolver la reubicación de la comunidad y de las otras ocupaciones informales.

La solución demanda decisión, en el CHL existen diversos predios que son propiedad de la Beneficencia Pública de Lima, cuya misión es servir a los más vulnerables, que bien podrían ser remodelados para que la comunidad pueda vivir dignamente, sumando espacios culturales y comerciales. Asimismo, se les podría asignar un lugar especial en el nuevo parque de Cantagallo, donde puedan exhibir su arte y productos, teniendo además la tarea de velar por su cuidado.

La recuperación del CHL parte por reconocer su diversidad social y cultural, que representa el mayor patrimonio inmaterial. Los Shipibo-Konibo son parte de ello. Despleguemos de una buena vez nuestra capacidad de gestionar, y cumplamos con esta promesa que hoy pesa sobre nuestros hombros, convirtiéndola en un modelo de gestión participativa e inclusión social, a la vez que recuperamos uno de los espacios históricos y naturales más importantes de nuestra ciudad capital.

Artículo original publicado en El Comercio.