Perú S.A.

En nuestro último editorial, señalamos que políticos, empresarios y analistas suelen realzar la importancia de la construcción de la institucionalidad para sentar las bases hacia el desarrollo. Sin embargo, muchas veces, esos mismos actores están dispuestos a sacrificar muy poco para fortalecerla. “Se trata de un discurso políticamente correcto, pero, con frecuencia, no más que eso” (Editorial de HacerPerú, 10 de octubre del 2018).
El último domingo, el presidente de la Confiep evidenció lo cruda que es esa realidad. Se puede estar de acuerdo con la idea general de que no hay que politizar la justicia, y con que no hay que judicializar la política. También se puede creer que el enfrentamiento político no contribuye –necesariamente- a un ambiente adecuado (para el país). Sin embargo, cuando esos conceptos quedan como simples ideas lanzadas al aire, sin considerar el contexto ni los datos de la realidad, entonces, pueden implicar no solo una vaguedad, sino también un direccionamiento político que poco ayuda a construir gobernabilidad e institucionalidad.
Entre otras razones, porque si los principales líderes políticos del país se encuentran cuestionados por aportes de campaña de empresas vinculadas con actos de corrupción, es inevitable que dichos procesos terminen teniendo un contenido político. Si las denuncias son por presuntos sobornos, más aún. Si, además, parte de los investigados pretende tener injerencia en el desarrollo de los procesos judiciales, aprovechando su poder político, con mayor razón. Y si además se descubre, a través de los audios del caso Lava Juez, que existe una red de jueces y magistrados implicados en actos de corrupción que mantiene vínculos con algunos políticos, ¿qué podemos esperar? ¿Que la justicia se mantenga por un carril separado al de la política?
Durante los últimos 15 años, el gran empresariado abogó por mantener en carriles separados la política y la economía. Una mirada ingenua y cortoplacista que ahora vemos a dónde nos condujo.
Es justamente la idea de los carriles separados la que nos ha conducido a esta situación. Durante los últimos 15 años, el gran empresariado abogó por mantener en carriles separados la política y la economía. Una mirada ingenua y cortoplacista que ahora vemos a dónde nos condujo.
En HacerPerú creemos que lo que está sucediendo hoy en el país es una oportunidad para investigar a fondo las redes de corrupción existentes y sus vínculos con la política, para hacer cambios profundos y renovar nuestra clase política y el sistema de justicia. Si no lo conseguimos, resultaría utópico pensar en generar mayores tasas y mejores condiciones de crecimiento. Más aún, si pensamos en términos de desarrollo y bienestar para los peruanos, debería ser muy claro que, con esta precariedad institucional y con intereses específicos capturando los órganos de justicia y los partidos políticos, resulta imposible avanzar hacia un estadio mayor de desarrollo.
Para sentar las bases para un crecimiento sostenible y para contar con condiciones mínimas para el desarrollo, resulta crucial enfrentar estos problemas ahora, así ello implique un período de confrontación.
Por eso, a diferencia de la lógica transmitida por el presidente de la Confiep, en HacerPerú consideramos que, para sentar las bases para un crecimiento sostenible y para contar con condiciones mínimas para el desarrollo, resulta crucial enfrentar estos problemas ahora, así ello implique un período de confrontación. Por una sencilla razón: porque los grupos enquistados en el sistema de justicia, y sus vínculos en los partidos políticos, se resistirán a perder el poder que han construido durante mucho tiempo.
Por ello, el pedido del gobierno para que el Fiscal de la Nación dé un paso al costado no es un buen ejemplo de interferencia. Refleja, más bien, la intención de usar el poder político para impulsar los cambios que el país necesita. Porque el actual Fiscal de la Nación se ha encargado, por sí mismo, de perder la legitimidad que necesita un cargo como el que tiene y, más aún, en un contexto como el actual.
El pedido del gobierno para que el Fiscal de la Nación dé un paso al costado no es un buen ejemplo de interferencia. Refleja, más bien, la intención de usar el poder político para impulsar los cambios que el país necesita.
En HacerPerú también queremos que este gobierno se dedique a gobernar. Y sobre ello continuaremos opinando regularmente. Pero hoy debería resultar claro que el impulso de la reforma del sistema de justicia y de los partidos políticos es una de las reformas impostergables que necesita el país. En esta línea, el discurso del empresariado debería, más bien, exigir que el gobierno profundice dichas reformas, porque las medidas planteadas hasta el momento por el Ejecutivo son claramente insuficientes.
Una forma en la que el empresariado podría aportar a ese proceso es preguntándose qué reformas internas necesitan para fortalecerse institucionalmente y para sumarse a la lucha contra la corrupción.
También consideramos que una forma en la que el empresariado podría aportar a ese proceso es preguntándose qué reformas internas necesitan para fortalecerse institucionalmente y para sumarse a la lucha contra la corrupción. Porque se requieren hechos, no solo palabras. Y porque no hay nación que se desarrolle sin una clase empresarial con visión de país, para lo cual se requiere, claramente, trascender la visión de un “Perú S.A.¨.