Un repaso a la demolición reciente de instituciones
Cuando se habla de “instituciones”, entendidas como las reglas y restricciones que articulan el accionar del ser humano en la sociedad, frecuentemente, se olvida que, en última instancia, estas dependen de las personas que son las encargadas de su diseño e implementación. Por ello, la calidad de las instituciones y el capital humano están íntimamente vinculados (ver La importancia de las Instituciones, 23/07/18). Países con un bajo nivel de capital humano, entendido como el conjunto de conocimientos, habilidades y principios de su población, difícilmente podrán construir, consistentemente, buenas instituciones. Incluso si, en algunos casos, lo consiguiesen, estas serían vulnerables a intereses específicos o a violaciones sistemáticas amparados en la impunidad. Por eso, los principales interesados en debilitar la institucionalidad de un país son aquellos que se resisten a reformas que mejoran el capital humano. Este es el caso del Perú.
La racionalidad detrás de ello es perversa pero lógica. Cuanto más débiles son la institucionalidad y el capital humano, mayor es el espacio para la persecución de intereses propios a costa de los de la mayoría. Mayor también es la capacidad del entorno político para la demagogia, la manipulación y el ofrecimiento de prebendas. Es la versión contemporánea del “pan y circo” del imperio romano.
En este artículo, vamos a mostrar ejemplos recientes de reformas cuyo denominador común era fortalecer el capital humano y la calidad de las políticas públicas en el Perú, pero que fueron sistemáticamente socavadas. Esta es solo una parte de una larga lista.
Cuanto más débiles son la institucionalidad y el capital humano, mayor es el espacio para la persecución de intereses propios a costa de los de la mayoría. Mayor también es la capacidad del entorno político para la demagogia, la manipulación y el ofrecimiento de prebendas.
1. El Perú y la OCDE lanzaron, a fines del 2014, un “Programa País”, diseñado en torno a la gobernanza pública, la transparencia, la lucha contra la corrupción, y la productividad y el capital humano, entre sus principales pilares. Su objetivo era fortalecer la construcción de capacidades en el país y lograr mejoras en las políticas públicas al servicio de los ciudadanos. En buena cuenta, esta es una agenda de fortalecimiento de institucionalidad y capital humano en múltiples frentes, pero que requiere de liderazgo, independencia de intereses, visión de mediano plazo y, especialmente, mucho trabajo. ¿Qué pasó?
El cambio de gobierno derivó en avances a cuentagotas. No es claro el porqué del abandono: si fue por no enfrentar intereses, por incapacidad de visualizar objetivos más allá del corto plazo o por simple incapacidad de articular al Estado. Cuando la OCDE realice la próxima ronda de invitaciones a programas de acceso, si no estamos en esa lista, será un gran fracaso, más aún si consideramos que todos nuestros socios de la Alianza del Pacífico ya son miembros.
El Perú y la OCDE lanzaron a fines del 2014, un “Programa País”…su objetivo era fortalecer la construcción de capacidades y lograr mejoras en las políticas públicas al servicio de los ciudadanos.
2. La reforma del Servicio Civil (Servir) está orientada a introducir meritocracia en la administración pública, a través de incentivos para la progresión profesional, con el objetivo de elevar la calidad de los servicios que el Estado brinda a los ciudadanos. Se sustenta en una lógica de concursos públicos de méritos y mejoras en remuneraciones contra rendición de cuentas. A partir del 2016, en la práctica, se abandonó. Ello sucedió a pesar de haberse legado decenas de entidades ya en la etapa final para su incorporación. En esa misma línea, pese a un fallo del Tribunal Constitucional que señalaba que ninguna entidad debía ser excluida del Servicio Civil, el Congreso -con la cómplice inacción del Ejecutivo- se abocó a dictar leyes con nombre propio (ESSALUD, Poder Judicial). Además, en fila, hay varios otros proyectos (Ministerio Público, CAS, Reniec, etc) que o eliminan cualquier lógica meritocrática y de rendición de cuentas, o generan una ficción de la misma. ¿Relanzará el actual gobierno esta importante reforma pese a las exclusiones ya generadas?
Tras el cambio de gobierno, en la práctica, se abandonó la reforma del servicio civil (Servir). Ello sucedió a pesar de haberse legado decenas de entidades ya en la etapa final para su incorporación. Pese a un fallo del Tribunal Constitucional que señalaba que ninguna entidad debía ser excluida, el Congreso -con la cómplice inacción del Ejecutivo- se abocó a dictar leyes con nombre propio.
3. El Plan Nacional de Diversificación Productiva se lanzó el 2014 con el objetivo de reducir la heterogeneidad productiva en el país e impulsar nuevos motores de crecimiento que generen empleos formales para los peruanos. Se desplegaron múltiples iniciativas como los CITE (innovación, transferencia tecnológica, difusión de conocimiento en clústeres de MYPES) para impulsar la productividad. Asimismo, las Mesas Ejecutivas (ME) sectoriales y transversales han devenido en uno de los instrumentos de desarrollo productivo más innovadores a nivel mundial, tal y como lo reconocen los principales expertos internacionales en desarrollo económico (Rodrik, Hausmann, Sabel) y organismos multilaterales como el BID. ¿Qué pasó? Se lanzó una campaña de desprestigio de los CITE y se desactivaron casi todas las ME. Una mezcla de “ideología”, ignorancia, desconocimiento del Estado y cortoplacismo. Afortunadamente, el actual gobierno está retomando esta iniciativa.
Las Mesas Ejecutivas para la diversificación productiva devinieron en uno de los instrumentos de desarrollo productivo más innovadores a nivel mundial, tal y como lo reconocen expertos internacionales en desarrollo económico como Rodrik, Hausmann y Sabel, y organismos multilaterales como el BID.
4. La reforma educativa (ver Educación y Fortalecimiento Institucional: una Agenda Impostergable, 25/07/18) generó una esperanza inusual en los peruanos, quienes, por primera vez, percibieron que se ponía a la educación como una verdadera prioridad de política pública, con una estrategia articulada y comprensiva para mejorar la calidad educativa, y que era acompañada de recursos presupuestales incrementales sin precedentes. Por primera vez, se ponía al alumno como el foco de una reforma. ¿Qué pasó? Se censuró al ministro de Educación por motivaciones políticas, se redujeron significativamente los presupuestos para programas de becas y acompañamiento docente, se detuvo el despliegue del programa de jornada escolar completa sin buscar alternativas, se desnaturalizó la revalorización de la carrera docente con evaluaciones poco rigurosas, se intentó maniatar a la Sunedu para privilegiar intereses oscuros y se nombró a la cabeza a una persona cercana al principal opositor a la reforma universitaria (a quien, a su vez, se nombró Presidente del Consejo Nacional de la Magistratura, para mayor referencia), entre otros reveses. ¿Podemos acaso afirmar que continúa la reforma educativa cuando sus principales componentes han sido abandonados o desnaturalizados?
Se censuró al ministro de Educación por motivaciones políticas, se redujeron significativamente los presupuestos para becas y acompañamiento docente, se detuvo el despliegue del programa de jornada escolar completa y se desnaturalizó la revalorización de la carrera docente con evaluaciones poco rigurosas.
La lista podría continuar: la sustitución inmotivada del marco macro-fiscal por otro subóptimo, la contra-reforma parcial de las Asociaciones Público Privadas (afortunadamente revertida con el reciente DL 1361), la perforación del sistema privado de pensiones, entre otros.
Esta evidencia nos muestra una decepcionante realidad. Cuando hay iniciativas de política pública reformistas en el Perú con el potencial de transformar el futuro de los peruanos, intereses creados, ideologías o simple incompetencia logran revertirlas, por lo que se echan por la borda años de esfuerzo y se elimina cualquier posibilidad de progreso. Ello sucede ante la mirada pasiva de nuestros líderes económicos, políticos y sociales.
Cuando hay iniciativas de política pública reformistas en el Perú con el potencial de transformar el futuro de los peruanos, intereses creados, ideologías o simple incompetencia logran revertirlas. Ello sucede mientras a nuestros líderes económicos, políticos y sociales no se les mueve ni una ceja.
Por ello, la persistencia y el liderazgo son fundamentales, ya que son rasgos necesarios para fortalecer las instituciones. El oportunismo, la improvisación y los intereses particulares las debilitan, pero la problemática es más compleja. ¿O creemos que esta demolición institucional es casualidad? Debemos romper el círculo vicioso de nuestra debilidad institucional y nuestro bajo nivel de capital humano si queremos lograr un desarrollo sostenido. Cueste a quien le cueste. Es por el bien del Perú.